Se anudó aquella túnica negra en silencio,
frente al espejo de pie que había en su dormitorio, y la sujetó con una pequeña
fíbula de plata en cuyo centro un dragón desplegaba las alas mientras sus ojos
–un par de minúsculas esmeraldas- relucían en el reflejo. Aquella criatura
mitológica era el símbolo de la familia Kirchev, uno de los siete animales que
representaban la figura del diablo: el dragón de Belphegor, la serpiente de
Leviatán, el gato de Asmodeus, la rata de Mammon, el búho de Beelzebú, la cabra de Lucifer y el gallo de Satán.
Suspiró. Era la hora.
Nika bajó las escaleras y abrió la puerta que
daba al sótano. Un leve murmullo de voces ascendía desde el lúgubre bajo de la
mansión Kirchev. Inspirando hondo, se dirigió hacia la oscura sala, convertida
por su familia en una sala de reuniones. Cada mes, las siete familias de
demonios se reunían en las mansiones por turnos, y, aquella noche, todos
estaban allí por dos motivos.
Alrededor de una mesa ovalada, los cabezas de
familia se habían acomodado mientras los demás miembros de las familias
charlaban entre ellos, sentados en los distintos sofás victorianos repartidos
por toda la estancia. Mamá hablaba afablemente con la esposa y las tres hijas
de la dinastía Korsakov, los herederos de Mammon. Cuatro ratas de plata y
zafiro relucían en sus fíbulas.
Aquella noche era la primera vez que
participaría activamente en la reunión, dado que al estar prometida con otro
demonio, se la consideraba adulta a pesar de ser menor de edad. Hablando del
rey de Roma, Sergei se acercó a ella, acompañado por otro muchacho al que se
parecía sobremanera.
-Nika –Sonrió.
-Buenas noches –Inconscientemente, al recordar
la última vez que le había visto, se sonrojó.
-Quiero presentarte a mi hermano, Dimitri –Aquel
chico tenía los mismos ojos dorados perfectos que Sergei, pero había algo en
ellos que llamaba su atención, un brillo que no sabría definir. Sus cabellos,
de color castaño claro, se revolvían en torno a su rostro delicadamente
aniñado. Una fina curvatura en sus labios se formó al escrutar con detenimiento
los enormes ojos grises de Nika.
-Es un placer –Concedió ella.
-Mi hermano tiene mucha suerte de haberte
encontrado.
-¿Cómo es que no te he visto nunca?
-Dimitri estudia en la universidad de Moscú –Aclaró
Sergei, dándole suavemente un codazo en el brazo-. Está hecho todo un
cerebrito.
-¿Y no echas de menos Glorysneg?
-Claro que sí, pero todavía tengo mucho mundo
por ver –Sonrió-. Quién sabe, a lo mejor cuando vuelva encuentro a alguien tan
maravillosa como tú.
-¿Cómo puedes decir eso? –Se sonrojó- Ni
siquiera me conoces.
-Es que Seriozha* no deja de hablar de ti. Así
de pesado es.
-Cállate, Mitka* -Le pegó
un coscorrón.
Por las escaleras, Kaleb bajó ante la atención
de todos. Tras asesinar con la mirada a los Smirnov, se dirigió hacia su padre,
situado a la cabecera de la mesa, y esperó a que se hiciese el silencio.
-Kaleb Grigórovich Kirchev –El patriarca de los
Kirchev se puso en pie-, hemos sabido de tu encuentro con la extraña forastera
y queremos una declaración concisa de
los detalles de vuestro encuentro.
Kaleb se aclaró la garganta y se dispuso a contar
todos los detalles de su primer encontronazo con Amy Nóvikov. Todos los
presentes parecían exaltados y asombrados ante el relato del moreno, que parecía estar pensando en otra cosa
mientras lo contaba todo. Evidentemente, se había memorizado la versión de los
hechos que los demonios debían oír, pero Nika sabía que no le gustaba tener que
hablarles a todos de Amy.
Una vez concluyó, explicando el por qué dejarla
con los Doyle era la mejor opción, todas las miradas se centraron en él.
-Debemos mantener vigilada a esa chica. No
recuerda nada, así que podría ser una amenaza para el pueblo –Sugirió uno de
los patriarcas.
-Creo que sería mejor echarla del pueblo –La descabellada
idea del padre de las Korsakov provocó una oleada de murmullos y quejas.
-Si se fuese, podría buscar a otros de los
suyos, y si la mantenemos aquí podremos vigilarla y cerciorarnos de lo que
sabe.
-Pero ¿cómo vamos a vigilarla? Sólo conoce a
Kaleb, y no hay forma de que esté pegado a ella día y noche.
-En realidad –Interrumpió Kaleb-, ya había
pensado en eso. Nika –Extendió el brazo, reclamando a su hermana para que
acudiese a su lado. Esta se encaminó hacia él, tragando saliva, pues nunca había
hablado ante todos aquellos demonios, no de forma oficial.-, mi hermana, tiene
su misma edad y la ve todos los días en el instituto. Además, se llevan
realmente bien.
-¿Tu hermana? –Grigori se puso en pie –No está
preparada, es una niña.
-Padre, Nika es lo suficientemente mayor como
para prometerse y por tanto es lo suficientemente mayor como para cumplir como
demonio –Le sonrió.
-Nika, ¿estás dispuesta a esto?
-¿Sólo tengo que vigilarla? –Preguntó con voz
temblorosa. Cuando su hermano asintió, se aclaró la garganta y, con un tono más
firme, declaró:- En ese caso, estaré encantada de vigilarla con el objetivo de
velar por la seguridad de nuestro pueblo.
Sorprendidos, los siete patriarcas sonrieron a
la joven Kirchev, satisfechos por aquella implicación. A Nika le encantaba su
pueblo, y siempre que pudiese hacer algo por protegerlo, lo haría.
Entonces, la asamblea se convirtió en una
tranquila reunión de viejos amigos donde cada uno se sumergía en la conversación
que le venía en gana. Nika se acercó a su hermano con una amable sonrisa.
-Gracias por confiar en mí para esto.
-No me lo agradezcas, llevas casi dieciocho
años entrenando para ser digna de tu naturaleza –Sonrió con acidez-. Además, me
quedo más tranquilo sabiendo que eres tú quien cuida de Amy.
-Oh, Kaleb –Se llevó una mano a los labios-. No
intentas tenerla vigilada, intentas protegerla de los demonios.
-Es posible –Carraspeó-, no voy a negar que me
preocupe, no puedo mentirte. Pero en todo caso debes guardarme el secreto.
-Claro –Sonrió-. ¿Sabes? Me sorprendes. Tú
tampoco sabes lo que es exactamente Amy, pero no estás asustado como todos los
demás –Dirigió un vistazo a los demás invitados-. ¿Por qué?
-Porque, sea lo que sea Amy Nóvikov, no es nada
que pueda dañar a nadie.
-Kaleb –La mirada de Nika se volvió estricta-,
¿es posible que tú…?
-Ni lo digas. No quiero hablar de ello.
-Disculpad –Se dieron la vuelta. Sergei y su
hermano Dimitri estaban a unos pocos pasos de ellos. El semblante de Kaleb se
ensombreció-, Kaleb, ¿podría hablar contigo a solas?
De mala gana, el muchacho siguió a Sergei hasta
un lugar algo más apartado, dejando a Nika con Dimitri en una nube de confusión
y curiosidad.
-¿De qué hablarán? –Se preguntaba la muchacha.
-Mi hermano se está disculpando por lo que pasó
la otra noche.
-¿Te lo ha contado? –Avergonzada, se llevó las
manos a la boca- ¡Qué bochorno!
Dimitri dejó escapar una risita divertida pero
muy dulce al observar el profundo sonrojo posado en las mejillas de Nika
Kirchev.
-No me ha dicho nada, pero conozco a mi hermano
lo suficiente como para saber que tu debilidad frente a él le divierte
demasiado.
-¿Cómo dices? –Pestañeó, confusa.
-Sé que no deberíamos estar teniendo esta
conversación, pero mi hermano es de esos demonios a los que les encanta
sentirse superior al resto –Suspiró, apoyando su esbelto cuerpo contra la
pared-. Y el hecho de que todavía no hayas desarrollado completamente tu gen
demoníaco es algo que utilizará en su beneficio. Ahora se está disculpando con
tu hermano para ganárselo, pero en cuanto pueda volverá a intentar
enloquecerte.
-Vaya –Se sentó en el sofá más cercano, desde
donde todavía podía escuchar a Dimitri con claridad.-, por unos días creí que
incluso podíamos llevarnos bien.
-Quién sabe, a lo mejor os lleváis bien, pero tú
no me pareces de su tipo.
-¿Qué quieres decir? Le observó, curiosa.
-A Sergei le gustan las mujeres hermosas y sin
cerebro –Sonrió, burlón-. Tú eres preciosa, pero se ve a la legua que también
eres inteligente.
-A primera vista, parece que te lleves bien con
tu hermano.
-Si nos llevamos bien es porque, como buen
demonio que soy, soy también un gran mentiroso –Sonrió con picardía, sonsacándole
una sonrisa. En ese momento, Sergei y Kaleb regresaron, el primero con cara de
pocos amigos al ver lo bien que su hermano y su prometida se llevaban.
-¿De qué hablabais? –Quiso saber.
-Le decía lo afortunada que es por poder unirse
a nuestra familia –Mintió descaradamente, guiñándole un ojo a la muchacha-, y
que si se cansa de ti, yo estoy justo en el cuarto contiguo.
La muchedumbre no tardó en disolverse. Cada
familia regresó a su casa, y los miembros de la familia Kirchev se perdieron en
sus respectivos dormitorios.
Nika se metió entre las sábanas una noche más,
recordando cada detalle de la reunión de aquella noche. Así que Sergei quería
aprovecharse de su ventaja natural sobre ella. En ese caso, pensaría la forma
de hacerle arrepentirse de ello. En silencio, dio gracias a Dimitri por haberla
advertido sobre su hermano, apenas le conocía pero no podía evitar sentir que
podía confiar en él.
Un ruido de hojas moviéndose junto a su ventana
la alertó, pero antes de poder levantarse un repentino cansancio la hundió en
el sueño más profundo que había tenido nunca.
*Seriozha y Mitka
son los diminutivos de los nombres rusos Sergei y Dimitri.
Emily
He leído los capítulos en dos días y me ha fascinado la historia. Estáis haciendo un gran trabajo las dos, me tenéis enganchada a la historia jajaja. Espero que publiquéis pronto, pero sé que escribir conlleva su tiempo así que no os meto prisa ;)
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado tanto la historia, de verdad :) Publicamos tan pronto como nos es posible, así que no desesperes! ¡Gracias por pasarte, tu opinión es importante!
EliminarMe encanta me encanta me encanta XD !!!! La historia es genial jejeje me tienes super enganchada ; ) espero ansisosa el siguiente capitulo pronto porfi que si no me da algo jejejeje
ResponderEliminar¡Hola! Gracias por pasarte :) Nos alegra mucho que te haya gustado, y no te preocupes, el siguiente está casi listo ^^
EliminarEsperamos que sigas pasándote :) ¡Un beso!
Emily.