23 de febrero de 2015

Capítulo XXX: Una disculpa

Después de varias e interminables horas deambulando por el pueblo de Glorysneg, que se le había quedado pequeño, Amy se encontraba frente a la impresionante casa de los Kirchev. Mientras la recorría con la mirada, inmersa en lo intimidante que podía llegar a resultar una casa, se aferraba con tanta fuerza a su colgante de media luna que la sangre empezaba a negarse a circular por sus dedos.

Continuó allí plantada durante varios minutos, en los que el intrépido frío que recorría sin descanso las calles de Glorysneg, no dudó en pasarle factura, hasta el punto de hacerla temblar. Sin embargo, no se movió del sitio y continuó observando la casa. Se dio cuenta de que Nika no se encontraba sola: su familia pululaba por la casa, cada uno metido en sus asuntos, o al menos eso supuso. Empezó a plantearse que quizá no había sido buena idea ir a casa de los Kirchev. Después de todo, lo que menos necesitaba era adentrarse en un nido de demonios. 




Ya había infringido bastante sus propias normas con la señora Sorokina, y eso la había llevado hasta allí. Sería más adecuado que hablara con Nika al día siguiente, cuando la viera en el instituto, pero viendo las vueltas que le estaba dando al asunto, o hablaba con ella en ese momento o no sería capaz de hacerlo nunca.

Tragó saliva, y con lentitud, atravesó el sendero de losas grisáceas, fijándose en cada una de ellas, incapaz de dirigir la mirada al frente, hasta llegar la entrada principal del domicilio de los Kirchev. Pero justo cuando estaba a punto de llamar al timbre, la puerta se abrió.

Frente a ella, un voluminoso hombre de negros cabellos lacios, la inspeccionaba de arriba abajo. El parecido con Kaleb era evidente y se quedó tan impresionada que perdió el habla.

-Te ha costado decidirte a entrar, ¿no?- Gruñó el hombre.

-¿Q-Qué?- Preguntó desconcertada.

-Deberías haberte marchado - Respondió, grosero-. Personas tan propensas a dar lástima como tú no deberían aspirar a ser bienvenidas en una casa tan prestigiosa como la de mi familia. Aquí no damos limosnas.


-¿Lástima?- Preguntó perpleja.

-¿Acaso no eres la niña desmemoriada de la que tanto hablan?


-Creo... creo que tienes una idea equivocada de mi -Intentó defenderse un poco aturdida.


-¿Ah, sí? - Preguntó, poniéndose muy serio y arrastrando consigo un aura de peligrosidad tan intensa que Amy tuvo que esforzarse por no amedrentarse - Ni si quiera sabes quién eres y crees puedes presentarte en esta respetable casa como si nada - Su tono de voz era frío y lucía del todo ofendido.-. Por si fuera poco, eres tan presuntuosa, que me desafías diciendo que me equivoco, cuando no eres más que la muerta de hambre que recibe caridad de unos chuchos.


Amy nadaba en un mar de estupefacción y furia intensa que relampagueaba en sus ojos verde crisálida. Por lo que clavó la mirada en el suelo y rechinó los dientes con fuerza, tratando de serenarse, sin llegar a conseguirlo. Era la primera vez que la ultrajaban de esa manera, al menos desde que había despertado en casa de los Doyle.

-No sé quién soy, pero por lo menos puedo decir de mí que tengo modales, mucho más de lo que se puede decir de un hombre como tú. También sé que tengo la suerte de haber sido recogida por los Doyle, y tal vez no me encuentre en la mejor de las posiciones, pero no me ha costado nada comprender que en este mundo existe gente como tú, que se dedica a pisotear a los demás por la mera necesidad de demostrar su superioridad. Y estoy muy orgullosa de poder decir que no soy así. Por lo que no necesito ni quiero la lástima de nadie. Me considero afortunada de estar entre personas que me quieren. - Finalizó, enfrentando por fin su mirada-. Sin embargo, no he venido aquí para escuchar tú opinión sobre mí. He venido para ver a Nika, así que, de ser posible, me gustaría que le dijeras que estoy aquí - Continuó apretando los puños y esforzándose por continuar siendo "cordial".


El demonio ardía en cólera frente a ella, se le notaba hasta en los poros de la piel. Desde luego, no le gustaba que lo pusieran en su lugar: la miraba con tal desprecio que parecía que sólo los separaba una invisible columna de aire. Se contenía, dedujo Amy, algo le impedía actuar como él hubiese deseado. A su mente acudió la palabra "apariencias" y la invadió un brillo de comprensión.


-Theodor - Demandó Kaleb desde el interior de la estancia - ¿No has oído que te llaman desde la cocina? Yo me ocuparé de la visita - El susodicho parecía reacio a hacerle caso. Amy lo había presionado demasiado, y cederle el paso en aquel momento suponía una humillación. - Nika se enfadará si ve cómo tratas a sus visitas.

-Es una suerte que ella este muy ocupada ahora, quizá no la quiera ver - Replicó molesto.

-Se lo preguntaremos a ella. 

Theodor se hizo a un lado y con fastidio la dejó pasar. Su cara expresaba a las claras su desagrado, y no tardó en marcharse con la gracia de un depredador enfurecido. Ella observaba cómo se alejaba, impresionada por su primer encuentro, mientras a su vez sentía la penetrante mirada de Kaleb clavada en su rostro. Se decidió a enfrentarlo, y casi pudo sentir su cólera atravesándola. Amy estaba jugando con fuego, era la segunda casa de demonios que se atrevía a pisar. Se estaba exponiendo demasiado al peligro y ambos eran muy conscientes de ello. Pero ella debía disculparse con Nika, fuese como fuese. 

-Tengo que ver a Nika - Afirmó con determinación, dejando ver a Kaleb lo importante que era para ella.


-Estará en su habitación - Contestó, serio-. Te llevaré con ella.

Emprendió el camino por las escaleras, esperando a que ella lo siguiera, y así lo hizo. De camino hacia la habitación de Nika mantuvieron un pulcro silencio hasta que lo vio sonreír. Se sintió inexplicablemente molesta, quizá estaba demasiado alterada.

-¿Qué es tan gracioso? - Preguntó apretando los puños. Por alguna razón, tenía la impresión de que se estaba riendo de ella, y no iba a pasar por alto una segunda humillación, mucho menos viniendo de él.

-Creo que es la primera vez que veo a alguien poner en su sitio a Theodor de esa manera - Una carcajada seca escapó de sus labios -. Le vendrá bien, quizá aprenda un poco de humildad.


-Pues yo creo que no la necesita. Él es como es, no se esfuerza por ocultar su desagrado hacia ciertas personas. También creo que eso lo hace mejor que otros que te ofrecen la mano por delante y te clavan el puñal por detrás. Él por lo menos apuñala de frente.


La atmósfera se volvió tirante, y todo rasgo de humor se esfumó de su rostro.


-Tienes razón.


Continuaron andando en silencio hasta que llegaron a la habitación de Nika. Kaleb parecía más frío que un iceberg, y lo suficiente enfadado como para abrir la puerta con un sonoro golpe que les dejó ver cómo una muy apurada Nika se levantaba de encima de un extrañamente divertido Dimitri. La situación era cuanto menos extraña, y Amy no pudo evitar sonrojarse.

-¡Amy! ¿Qué haces aquí?- Preguntó Nika, escandalizada.

-No, ¿qué hace él, aquí?- Preguntó Kaleb tan severamente impasible que crispaba los nervios.

-¡Kaleb! No le hagas preguntas entrometidas.- Lo reprendió Amy avergonzada.

Él estaba a punto de replicar, pero por suerte Nika los interrumpió, carraspeando. Todo aquello se estaba volviendo bastante bochornoso, sobretodo porque de fondo solo se escuchaban las estruendosas carcajadas de Dimitri.

-Ha venido a traerme un regalo de cumpleaños.

-¿Cumpleaños? - Preguntó Amy confusa- ¿Ha sido tu cumpleaños?- Preguntó de nuevo, abrumada y entristecida, parecía que se le hubiese caído el alma a los pies, y su mirada recaía en el suelo abatida.- Yo... no lo sabía...   

Se la veía tan desconsolada frente a tan inofensiva información que resultaba casi irreal para sus espectadores. Incluso consiguió despertar el interés de Dimitri, que trató de dejar de carcajearse, y empezó a observar a la joven con detenimiento. Amy volvía a apretar con mucha fuerza su colgante y parecía lastimada por algo. Ninguno de los tres conseguía comprender la exagerada reacción de la muchacha. Algo iba mal, de eso no cabía duda.

-Nika, si tu amiga ha venido hasta aquí, quizá tenga algo importante que contarte - Comentó Dimitri lo suficientemente elocuente como para romper el silencio de la atmósfera -. Deberíais salir a dar una vuelta. Aquí está el ambiente muy cargado.

Nika, bastante preocupada, asintió y se apresuró a dejar cuidadosamente colocado sobre su escritorio, su nuevo regalo.

-Tienes razón - Murmuró resignada.

-Entonces salgamos todos para que te cambies - Anunció Kaleb, mirando con fijeza a Dimitri.

Este pasó convenientemente por alto ese detalle, y encogiéndose de hombros se dirigió a la puerta.

-Me retiro, entonces-. Informó, levantándose de la cama y dirigiéndose hacia la puerta. Antes de salir, giró la cabeza por encima de su hombro con una sonrisa pícara destinada solo a Nika, y añadió en un susurro que revelaba secretas promesas:- Hasta pronto-.

La expresión de Kaleb se asemejaba a la de un toro a punto de dar una cornada, por lo que Amy se vio obligada a interceder colocando la palma de su mano sobre el su pecho, temiendo un debacle. Kaleb se quedó lo suficientemente sorprendido como para no moverse del sitio, permaneciendo observándola petrificado.

-Nosotros te esperaremos fuera, un placer verte, Dimitri - Se despidió y tiró de Kaleb para que la siguiera. Incluso tomó la decisión de no soltarlo hasta que Dimitri desapareciera del marco de su vista. Luego lo soltó, suspirando y deseando que hubiera pasado la tormenta-. Déjalo ya, Dimitri no te ha hecho nada malo para ganarse tanta antipatía.- Lo amonestó mientras esperaban a Nika.

-Nika es mi hermana.

-Y no es una niña. Hace tiempo que dejó de serlo y va siendo hora de que lo aceptes.

Frente a ella, el muchacho apretaba dientes y puños, mientras el reflejo de su poder brillaba en sus ojos.

- Siempre será mi hermana pequeña - Aseveró terco y la dejó esperando sola.

Ella se apoyó contra la pared suspirando de nuevo, y mirando el techo se encerró en su mente, sintiéndose a cada instante un poco más turbada. Por suerte, Nika no tardó mucho en atravesar la puerta de su dormitorio, rescatándola  así de sus propios pensamientos. Envuelta en un práctico abrigo de felpa, le indicó que la siguiera. Amy la observó con detenimiento mientras caminaba tras ella. Ahora llegaba la parte difícil, confesar su traición.

Agradeció sentir frío en la cara en cuanto traspasaron la puerta de la calle. Había empezado a dolerle la cabeza y el frío la ayudaba. Permaneció en silencio mientras Nika se alejaba lo suficiente de la casa como para proporcionarles intimidad. Se detuvo en un pequeño claro del bosque, y se volteó en dirección a su amiga con una sonrisa alentadora.

-Ya estamos a salvo de oídos indiscretos.- Confirmó extendiendo las manos para coger las de Amy en un gesto de afectuoso, que al contrario de tranquilizarla como pretendía, la angustió todavía más.

Amy sentía la calidez de las manos de Nika contra la frialdad de las suyas, sin poder sentirse menos que despreciable. Nika había demostrado ser tan buena amiga y ella fallaba a la primera de cambio. "Imperdonable" se repetía sin cesar, y con delicadeza se soltó del agarre de Nika.

-Nika, yo tengo que hablar contigo...-Susurró apesadumbrada.

-¿Qué pasa Amy? ¿Acaso has recordado algo? ¿Crees que alguien te han reconocido?- Preguntó inquisitiva, manteniendo la serenidad.

-No, no tiene nada que ver con eso.- Se apresuró a tranquilizarla, no quería crear ningún malentendido-. Es que yo, hice algo malo... y antes de que lo pienses no tiene nada que ver con mis poderes, ni nada sobrenatural.

-¿Entonces, qué fue lo que pasó?- Preguntó Nika preocupada, por saber lo que era lo que la atormentaba tanto.

-Sí- Murmuró Amy para sí misma-. Creo que es mejor que te lo diga del tirón antes de que vuelvas a formarte ideas equivocas-. Sentenció y agarrando con fuerza su colgante de media luna, enfrentó la mirada preocupada de Nika y confesó sus pecados: -Te acuerdas de lo que me contaste de Dimitri el otro día, pues... se lo conté a Ciro.

Frente a ella Nika empalideció y permaneció estoica tratando de asimilar aquello, sin mucho éxito.

-¿Qué? - Consiguió articular.- ¿Cómo pudiste decirle eso?

-Bueno, no es que le haya dicho nada de Dimitri. Es decir, no mencioné su nombre. Yo solo... Es que verás, yo molesté un poco Kaleb el otro día y Ciro lo vio.- Comenzó a explicar-. Le extrañó mucho y yo no podía decirle por qué ahora nos llevamos tan mal. Menos aún, cuando Ciro está acostumbrado a que yo le defienda. Así que le dije que estaba enfadada con él porque no te dejaba tener novio. No con esas palabras, por supuesto - Se apresuró aclarar, estaba tan nerviosa que casi no sabía ni lo que decía-. Le dije que había un chico con el que parecía que estabas bien, y que Kaleb siempre estaba estorbando. O algo así.- La adrenalina le impedía callar, y casi hasta se sentía a punto de llorar, desesperada por explicarse. En un gesto nervioso se revolvió el pelo, haciendo que algunos de los mechones de su flequillo desafiaran la gravedad.- Yo sé que estuvo mal, muy mal. Pero te juro que salió por mi boca antes de que me diera cuenta. Y sé que eso no es excusa, por eso quería disculparme. Quería pedirte perdón -. Terminó por fin con lágrimas en los ojos que se negaba a derramar. Ella no tenía derecho a llorar, la que había salido mal parada de aquella situación era Nika, no ella. Pero dolía tanto hacerle daño a un ser querido, que le costaba mucho reprimirse.-. Lo siento, lo siento tanto -. Repitió arrepentida. Tampoco sabía qué más hacer o decir en una situación como esa, y se sentía perdida.

Nika agitó la cabeza, algo confundida por el exceso de información. Tratando de poner sus ideas en orden, clavó su argéntea mirada en Amy.

-Vamos a ver Amy, paso a paso - dijo con voz firme, esforzándose por mantener la calma-. Viste a mi hermano otra vez - Afirmó y esperó a que Amy asintiera para continuar.- ¿Dónde?

-En casa de la señora Sorokina- respondió concisa.

-¿Qué hacíais allí Ciro y tú?- Preguntó frunciendo el ceño.

-Pues tomar el té, ver cómo Kaleb y Ciro recogían la nieve del camino, cotillear...

Amy se encogió de hombros tratando de ser lo más solícita posible.

-¿Con la señora Sorokina?- En su tono de voz dejó traslucir lo alarmada que se sentía, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo- Amy, ¿Te das cuenta de lo arriesgado que ha sido eso? Esa señora tiene la audacia necesaria para desenterrar tantos secretos que hasta mi padre se estremecería de pensarlo. Tú, guardas el mayor secreto de todo Glorysneg, ¿y se te ocurre tomar té con ella?- preguntó exasperada.

-Es difícil decirle que no.- Replicó Amy tratando de sonar arrepentida, aunque sin mucho convencimiento. La señora Sorokina le gustaba, era una gran mujer. Pero tenía que admitir que había sido arriesgado, y cohibida bajó su mirada al suelo.

Nika suspiró con fuerza y se frotó la sien, disgustada.

-¿Qué pasó con Kaleb?

-Me enfadé con él.

-Supongo que a Ciro le extrañó - comentó encajando las piezas.

-Sí. Yo... no puedo decirle la verdad. Me aterroriza pensar en cómo reaccionará. Y no sé, no pensé, sólo dije lo primero que pasó por mi cabeza. Y luego me arrepentí mucho -. Confesó cabizbaja.

Nika permaneció en silencio durante un rato, absorbiendo la información.

-¿Qué fue lo que le dijiste exactamente a Ciro?- preguntó con resignación.

Amy guardó unos segundos de silencio pensando en su respuesta.

-Le dije que no soportaba su actitud hacia ti. Que tú ya estabas sufriendo mucho por Vladimir, y que no era justo.- Hizo una breve pausa y rectificó-. Que no es justo que él le ponga trabas al único hombre que está tratando de ayudarte a salir a delante - Susurró, sin poder apartar la mirada del suelo.- Lo siento, yo... soy la peor amiga del mundo -. Continuó con voz rota, más para sí misma que para ella-. Ni si quiera sabía que era tu cumpleaños.

Amy volvió a revolverse el pelo y suspiró profundamente abatida. Hasta que recuperó el valor y le devolvió la mirada a Nika. Ella permanecía de pie con una expresión impasible que a Amy le recordó mucho a Kaleb. Estaba segura de que debajo de esa fachada Nika estaba trise y muy decepcionada, porque ella también se sentía así.

-¿Qué dijo él?- preguntó Nika y su tono de voz descendió una octava.

-Eso es lo que quiero que escuches - Explicó sorprendiéndola-. Pero tienes que escucharlo de verdad Nika, porque no son sólo palabras vacías. Es importante. Me gustaría que las tuvieras en cuenta. -. Agregó solemne y esperó a que Nika asintiera para continuar, tal y como ella había hecho antes-. Él se alegró por ti ¿sabes? Me dijo que Vladimir querría que fueras feliz, y él también. Creo que tiene razón y tú deberías dejar de sentirte culpable por seguir adelante. Aún queda mucha vida para ti, y no puedes estar siempre sufriendo. Nadie quiere eso, ni siquiera tú.

Amy volvió a agachar la mirada. Quizá fuese un adiós y Nika no volviese a confiar en ella, pero por lo menos le había dicho lo que le tenía que  decir. La pena empezaba a acomodarse en su pecho y se sentía arder en fiebre. Era momento de volver a casa, así que después de un largo silencio emprendió su camino de vuelta a casa, sin mirar atrás. Sin embargo, ni bien dados tres pasos sintió los brazos de Nika rodeándola a su espalda.

-¡Amy! ¿A dónde vas? No he acabado contigo. Todavía tengo que enfadarme, ¿sabes?-. Reclamó Nika apretándola más fuerte contra sí, intentando relajar un poco la tensión.

Amy bufó, sintiéndose muy frágil entre sus brazos.

-Se ve que hoy hago enfadar a todo el mundo -Comentó quejumbrosa dejándose caer contra Nika, aliviada.

-¿A quién más has enfadado?

-¿Quieres una lista?- preguntó alicaída.

-¿Hay una lista?

Amy asintió.

-Esta mañana estaba tan nerviosa que acabé haciendo enfadar a Judd. Luego tuve el honor de conocer a Theodor en la entrada de tu casa, y he de decirte no es la persona más agradable del mundo. Él también se enfadó. Kaleb no fue la excepción. Él me da igual, pero... me agota discutir con tanta gente. - Susurró a modo de explicación

-Vaya, así que llego tarde.

-No. Tú puedes enfadarte si quieres. He sido horrible contigo.

-Amy- llamó su atención en un susurró, estrechándola con más fuerza-. Gacias- añadió tras un breve silencio.

-¿Por qué?-preguntó desconcertada.

-Por lo que has dicho antes. Lo necesitaba -. Confesó apesadumbrada-. No eres mala amiga Amy. Sólo tienes que aprender a pensar antes de hablar- explicó como si hablase con un niño pequeño.

-Sí, entre un montón de cosas más-. Admitió suspirando-. Me pregunto si antes de perder la memoria me sentía tan perdida con las personas, con el mundo, con todo.

-Todo resulta extraño, ¿no?

-Sí. Oye, ¿significa esto que me perdonas?

-Depende.

-¿De qué?

-De ti. Tienes que acceder a una cosa para que te perdone.

-¿Qué cosa?

-Tienes que entrenar conmigo.

-¿Entrenar?- preguntó todavía más desconcertada, y todo su cuerpo entró en tensión.

-Sí-. Afirmó girando a su amiga para verle la cara, y apoyando las manos sobre sus hombros-. Me he dado cuenta de que tal vez no podamos alejarte de todos los demonios. Aquí, eso se convierte en algo casi imposible, a menos que seas como Judd, e incluso él tiene trato con algunos de los patriarcas por ser el líder de la manada.

Amy parpadeó sorprendida.

-No lo sabía.

-Céntrate, Amy-. Le reprochó-. Lo que quiero decir es que si no podemos evitarlo, tendremos que prepararnos para lo peor. Hay que entrenarte para que puedas defenderte sin descontrolarte, o sin sufrir tanto como cuando mataste a Sergey.

-¡No!- gritó ante el recuerdo de aquel día-. No puedo Nika, no podemos entrenar.- Sentenció escandalizada.

-¿No quieres que te perdone?- preguntó estrechando los ojos, midiendo su respuesta con cautela.

-Eso es jugar sucio. ¿Cómo vamos a entrenar juntas? ¿Y si te hago daño?

-No me lo harás.

-¿Cómo lo sabes?- increpó inquisitiva y aterrorizada al mismo tiempo.

-Porque quieres que te perdone - Respondió con una sonrisilla de suficiencia.

-Lo digo en serio, Nika.

-Yo también, no vas a hacerme daño porque no quieres hacérmelo.

-¿Por qué estás tan segura?

-No le has hecho daño a Kaleb ¿no?

-No, pero eso es distinto.

-¿Por qué?

Amy se quedó callada durante un largo rato, y se aferró a su colgante de media luna con fuerza mientras cambiaba el peso de pie. Lo que le reveló a Nika la intensidad de la feroz batalla que estaba librando su amiga en su interior.

-Está bien-. Accedió a regañadientes-. Pero tienes que prometerme que vas a ser todo lo cautelosa y precavida que puedas ser.- Exigió Amy con ansiedad y Nika asintió tranquilizadora- Bien ¿ya me has perdonado?

Nika sonrió, radiante.

-Sí, ahora sí.

En compensación recibió un cálido abrazo que la sobrecogió por su ternura.

-¡Gracias! Te quiero mucho.- Dijo con rastros de angustia marcados en su voz.

Nika se sorprendió al oír la sinceridad en sus palabras, y respondió al abrazo enternecida.

-Yo también a ti - Respondió conmovida-. Pero deberías irte ya, estás ardiendo, Amy, creo que tienes fiebre.- Comentó poniendole la mano sobre la frente-. Además, ya está oscureciendo.

-Tienes razón, es que he dado muchas vueltas por el pueblo antes de llegar a tu casa - reconoció y se despidió de ella.- ¡Ah, una cosa más!- exclamó de pronto, haciendo que Nika volviese a mirar en su dirección-. ¡Feliz cumpleaños, Nika!



Angie

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