Amy avanzaba detrás de Dimitri deseando
que este tuviese más prisa. No sabía por qué, pero se veía claramente que el
demonio las refrenaba, a pesar de que iban casi corriendo. El bosque de
Glorysneg y sus moratones entorpecían su paso, desesperándola. Su ropa también
había sido rasgada en el entrenamiento, y no la cubría lo suficiente, pero Amy
no creía que sus manos temblasen por el frío. Era el miedo, que se había
instalado en su pecho desde el momento en que supo que Ciro había ido tras
Kaleb, lo que la estremecía.
-Te arrepentiste de haberla salvado ¿Verdad? Trataste de acabar lo que empezó
otro de los tuyos aquella noche- la acusación flotó en el aire con aquella voz espectral salida
del gigantesco lobo que gruñía, amenazando a un Kaleb que observaba a su
atacante como si se tratase de su próxima víctima.
-¡KIRCHEV!- oyeron un grito cerca de
ellos.
Amy salió corriendo dejando atrás tanto a
Nika como a Dimitri. Sus pasos eran torpes y tropezó varias veces con algunas
de las salientes raíces de los árboles que había a su alrededor. Aún así, llegó
al claro a tiempo para ver como los ojos castaños de Ciro se volvían negros, y
su cuerpo se moldeaba hasta convertirse es un gigantesco lobo negro, feroz e
indomable que se lanzó contra Kaleb sin pensarlo dos veces.
Este lo esquivó con relativa facilidad,
pero el lobo volvió al ataque derribándolo. A Amy se le escapó un quejido, asombrada, jamás pesó que alguien pudiese derribar a Kaleb. Ciro atrapó su
brazo entre sus dentadas mandíbulas, buscando arrancárselo. Entonces, Kaleb lo
golpeó con fuerza volviendo a zafar de su agarre.
Ciro se detuvo un momento estudiando a su
rival, furioso. Los ojos de la bestia que veía Amy desde aquel lugar no eran
los de su amigo. Impactada por la escena no pudo más que apoyarse contra un
árbol, totalmente bloqueada y sin saber qué hacer.
-¿De qué hablas?
-¡AMY! No irás a negármelo, ¿verdad? Yo
vi su reacción al ver la marca de Nika. Y tú hermana le decía "Tranquila, Kaleb no está aquí" -. Rugió la bestia.
-¿La marca de Nika?- preguntó Kaleb, que
por primera vez lucía un poco afectado, pero que no bajaba la guardia en ningún
momento.
-¡DÍMELO!- Vociferó Ciro, sin hacer
caso a su pregunta, cada vez más demandante y agresivo- ¿Te
arrepentiste de haberla salvado? ¿Trataste de matarla?
El silencio envolvió el descampado,
mientras Kaleb que ya se había incorporado parecía ordenar sus ideas y cambiaba
el eje de su peso, dispuesto a recibir el siguiente asalto.
-Sí - respondió Kaleb frío e impávido.
Amy se llevó las manos pecho. Ya lo
sabía, pero oír su confesión tan clara y falta de sentimientos, fue un golpe
inesperado para ella. Dolía. Debió hacer alguna clase de ruido del que no
fue consciente, porque de pronto tenía la atención de ambos.
-Ciro, por favor, no hagas esto - suplicó
Amy acercándose a él, temiendo lo peor de aquel encuentro.
-¿Por qué? ¿Acaso le sigues amando?- Preguntó con un sonido que casi parecía
un rugido.
Amy se sobresaltó, sorprendida, y por un
instante no pudo más que mirar al lobo negro de hito en hito, buscando una
señal de que su amigo continuaba debajo de la piel de aquella criatura.
-¿Qué estás diciendo?- Preguntó, esta vez
retrocediendo lentamente a la vez que el licántropo se acercaba más a ella.
-No
te hagas la tonta, sé que le quieres. He visto cómo le miras, y sé lo que
significa. Pero no lo entiendo-. La voz del lobo sonaba cada vez más
pastosa como si arrastrara las palabras, y Amy ya no podía retroceder más, un
árbol la había obstaculizado. Ahora se encontraba frente a frente con los ojos
de Ciro-. ¿Por qué, Amy? ¿Por qué a él?
¿Por qué a un maldito demonio? ¿Por qué no a mí que te quiero tanto?- la
última pregunta fue un rugido nacido del alma de Ciro, mientras que apoyaba con
ímpetu ambas pezuñas sobre el árbol de Amy, acorralándola.
Ella no daba crédito, no podía creer lo
que Ciro le estaba diciendo, y se quedó muda ante el dolor evidente de su
amigo.
Kaleb agarró al lobo por la cabeza, para
luego propinarle en un puñetazo en las costillas. El estallido de la ruptura de
huesos resonó entre ellos.
-No la toques- Amenazó, mientras sus ojos
plateados brillaban con fría letalidad.
Parecía que se enzarzarían en una pelea
más violenta, pero en cuanto Kaleb tuvo a Ciro bien lejos de ella, volvieron al
rol de antes, en el que el lobo atacaba y el demonio únicamente se defendía.
Ciro enfermó de rabia sintiendo que su oponente se burlaba de él y se volvió
cada vez más brutal. Sin embargo, solo consiguió hacerle un pequeño arañazo en el hombro izquierdo a Kaleb.
-Ella te quería, y tú fuiste tan sucio
y rastrero como para tratar de acabar con ella. Pero no está sola. Yo voy a
protegerla y cuidar de ella para siempre - Gritó Ciro como un
exabrupto, antes de impulsarse con mayor fuerza para alcanzar el cuello de su
adversario.
-¡NO!- Gritaron Amy y Nika al unísono.
Kaleb se las compuso para sustituir su
cuello por su brazo, y trató de separar las mandíbulas de Ciro para liberarse.
Amy elevó un gritó, y se llevó las manos a
la boca. Aterrorizada, sin comprender nada ya de lo que pasaba en ese claro,
buscó a Nika con la mirada, desesperada por encontrar ayuda. Sin embargo, no la
encontró por ninguna parte hasta que escuchó su voz, y levantó la vista hacia
la copa del árbol. Allí en una rama halló a su amiga bien sujetada por Dimitri,
que aprovechaba el momento para comer una chocolatina.
-¡Que me sueltes!- oía gritar a Nika.
-¿Quieres un poco?- Le preguntó Dimitri
que ignoraba sus ordenes y quejas, acercándole la chocolatina a la boca.
Como recompensa recibió doloroso mordisco
en la mano. Pero Dimitri tan solo apartó la mano y sonrió.
-No te preocupes, en adelante no cometeré
el error de regalarte bombones.
Los ojos plateados de Nika eran dos pozos
llenos de furia. Amy no podía creer lo inverosímil que resultaba aquella
situación, pero al fijarse mejor en Nika, comprendió por qué Dimitri la
retenía. Tenía magulladuras por todo el cuerpo, y su rostro había adquirido un
tono rojizo febril. Sus alas habían desaparecido, pero encorvaba la espalda
como si algo le escociera o le pesara todavía. Amy recordó cómo se había
liberado del agarre de Nika. Además era evidente que respiraba con dificultad,
y que la mano que trataba de librarse del brazo de Dimitri temblaba con
violencia. Todo en ella revelaba cansancio y debilidad.
Amy se sintió estúpida, su amiga acababa de
pasar por su primera transformación completa, y su pelea había sido muy intensa
para una principiante. Dirigió la mirada de nuevo al claro donde Kaleb y Ciro
continuaban con el forcejeo, cada vez con mayor intensidad. No podía intervenir
poniendo alguna barrera que los separase. Si lo hacía, el impacto podría matar a
Ciro, esos escudos y barreras estaban hechos para alejar, o en su defecto,
matar demonios si era necesario. Si Ciro impactaba contra alguno de ellos, no
quería ni imaginar lo que le podría llegar a pasarle.
Un alarido del lobo la hizo reaccionar
y se dejó caer de rodillas al suelo. Apartó la nieve con las manos
desnudas hasta que tocó la tierra húmeda, y hundió los dedos en ella. Empujó su
energía contra tierra buscando algo, y entonces una chispa blanca la alarmó. Se
paró frente a ella un poco intimidada por su fuerza, pero con la tercera chispa
se conectó a ella. El color verde de su energía se extinguió, perdido en el
blanco impoluto de esa fuerza que la invadió por dentro, sin dejar ningún
cerrojo cerrado.
Amy pudo ver cómo esa misma luz salía de
ella, lanzando a Kaleb a varios metros de distancia de Ciro, quien a su vez era envuelto por aquella fría luz, obligándolo a transfigurarse de nuevo en
humano, hasta que su cuerpo cayó inconsciente sobre la nieve.
Amy lo veía todo como si no estuviese
realmente allí. Todo había perdido su color o se había vuelto excesivamente
luminoso, no le quedaba claro. Cerró los
ojos, en busca de lo que estaba causando tal revuelo en su mente, y vio aquella
misma fuerza devorándolo todo. Como un parásito se adhería a ella. Estaba
engullendo cada fibra de su fuerza, se imponía sobre su personalidad y dejaba
resbalar su veneno, injertándose en su cabeza como si se tratase de espinas que
la acuchillaban, intoxicándola. Lo que era más, la luz arguellaba entre sus
escasos recuerdos imparablemente. La empujaba y arrinconaba. Sintió asfixia y
claustrofobia dentro de su propia mente, huyendo sin descanso de aquel parásito
avaro, que lo quería todo de ella. El pánico la invadió, al darse cuenta de que
no sabía cómo soltar esa energía que la estaba consumiendo. No sabía a dónde
huir, todo estaba en su cabeza, y la agonía de dejar de existir la perseguía
con infinita constancia.
Entonces Nika la tocó. Amy se sorprendió
al verse a sí misma a través de sus ojos. Viendo lo que veía su amiga, que se
encontraba arrodillada frente a ella. Se vio, con las venas hinchadas y
sobresaliendo. En especial una que comenzaba en su cuello y ascendía
dividiéndose en pequeñas ramificaciones hasta cubrir su mejilla izquierda. Sus
ojos eran más verdes que nunca, incluso parecía que refulgían, enmarcados entre
sus cabellos castaños y su tez cenicienta. Era un espanto. Amy no podía creerse que eso fuese ella. Por suerte, el sobresalto
la impactó tanto que algo en su conexión con el parásito se rompió.
Amy vio la brecha, y sin saber muy bien lo
que hacía, empezó a romper la luz que se había instalado dentro de ella. Era
como romper los entretejidos hilos de una telaraña de mentiras, y todo lo que
no fuera ella era mentira. Porque allí dentro sólo Amy podía ser real. Con esa
firme convicción, de pronto, soltó toda aquella energía chispeante.
Fue doloroso. Soltarla de golpe fue como
arrancar los entresijos lazos que las unían desgarrándolo todo a su paso. La
luz blanca tiró de ella, empujándola de lleno contra el suelo y lo único que la
protegió del golpe fueron las piernas de Nika. Era como si aquella fuerza
tratara de arrastrarla con ella al interior de la tierra. Pero ahora que ya no
estaban conectadas, la energía no era lo bastante fuerte, y Amy pudo sentirse
por fin a salvo sobre las rodillas de Nika.
-Amy, ¿estás bien? Por favor, dime que sí-.
Susurró Nika ansiosa.
-Ciro -. Fue lo único que Amy consiguió
pronunciar, mientras tosía.
-Está inconsciente, pero vivo. ¿Y tú?
Amy trató de ser coherente y responderle
adecuadamente, pero halló ciertas dificultades. Todo le daba vueltas y
necesitaba serenarse. Respiraba con mucha fuerza y demasiado rápido. Se
concentró en ralentizar su respiración. Sintió el escozor en sus manos que
seguían aferradas al suelo, pero no las soltó. Esa pequeña unión con la tierra
estaba liberando del veneno que todavía corría por sus venas.
Cuando sintió que lo había liberado todo
por completo, también recuperó el aliento, y sacó fuerzas de lo más profundo de
su ser para incorporarse con la ayuda de Nika. Con su ayuda llegó hasta el
cuerpo maltrecho de Ciro, que tenía varias heridas que parecían muy severas.
Quiso abrazarlo pero tenía miedo de hacerle todavía más daño.
-Estarás bien-. Le susurró mientras acariciaba
con cariño su pelo.
-¿Y tú?- preguntó Kaleb manteniéndose a
una distancia prudencial.
-¿Qué haces todavía aquí? Esto es por
culpa ¡Márchate!- le gritó enfurecida de pronto con él.- ¡Vete!- Gritó de nuevo, y le tiró la nieve que tenía a
su alrededor.- Vete-. Volvió a repetir esta
vez en un susurro al borde del llanto.
Para su sorpresa Kaleb le hizo caso, y se
marchó. Todo lo demás ocurrió muy rápido para ella.
-Nika, ve con Kaleb, yo ayudaré a Amy a
llevar a Ciro con los Doyle.
Nika parecía indecisa en medio de la nieve,
pero finalmente obedeció a Dimitri. Este se inclinó junto Amy, y ella enfrentó
su mirada, apreciando el nítido dorado de sus ojos. Dimitri Smirnov,
probablemente acaba de descubrir su secreto. Era demasiado inteligente como
para no darse cuenta. Quizá incluso tan solo había confirmado sus sospechas.
Pero en ese instante todo aquello carecía de importancia para ella.
-¿Puedes andar?
-Si me ayudas a levantarme, sí.
Por el camino ninguno de los dijo nada.
Amy se preguntaba cómo les explicaría todo aquello a James y a Judd. Pero
sobretodo, no podía parar de pensar en la confesión de Ciro. Nunca se había dado
cuenta de que él tenía esa clase de sentimientos hacia ella, había estado
demasiado obcecada en sus propios problemas. La tristeza la invadió, al igual
que el frío.
De pronto, fue plenamente consciente de lo
extraño que era que Dimitri guardase silencio. Lo observó con detenimiento
mientras cargaba con Ciro. Seguramente estaba pensando en el siguiente acto de
su obra, en la que los títeres estaban encarnados por los habitantes del
pueblo. Porque si de algo estaba segura Amy, era de que Dimitri era el
titiritero que cortaba y ataba los hilos en Glorysneg.
Angie
Omg!!! Dijisteis que había salseo y lo prometisteis. Cuantos sentimientos... La sorpresa de ser espiadas por Dimitri (que tampoco es que fuera sorprenderte por su parte) y la pelea de ciro y kaleb... Pobre ciro que se hace pupita... Espero k se recupere pronto... Ya sabes k Kaleb me la sopla...
ResponderEliminarY me ha parecido muy gracioso k Ami echara a Kaleb a base de bolazos de nieve... Le ha faltado hacerle "suh suh bicho".
Y ya por ultimo, ¿Que clase de tierra tienen en glorisgne(siento escribirlo mal, no me sale el nombre bien)? Lo tocas y te invade un parasito maligno... Mas vale que vacunen a los niños que sino...
Mi querida mama cuervo espero con ansias tu continuación... Estaré dándote la brasa con un palito por WhatsApp.
Besis a las dos y continuad así.