28 de agosto de 2012

Capítulo III: Besando el cielo.

Estaba sumamente nerviosa cuando llegó la hora. Había hecho el examen de literatura a toda prisa, ya que se lo sabía de memoria, y había salido a tomar un poco el aire en el pasillo. Durante aquellos minutos, había escrito una sencilla nota que, al volver a entrar para la segunda hora, dejó discretamente en el pupitre de Vladimir.

“Necesito hablar contigo, es muy urgente.
En el descanso, te espero bajo los soportales del patio.
Nika.”



Y ahora había sonado la campana, y todos se dirigían hacia el pequeño patio interior. El frío siberiano impedía la existencia de patios exteriores en los colegios e institutos, pero a cambio contaban con grandes patios interiores y salas de ocio. 

Se levantó lentamente, le temblaban las piernas mientras recogía sus cosas. Alzó la cabeza, y se encontró con los rasgados ojos azules de Vladimir. El corazón le dio un vuelco cuando este le sonrió con su amabilidad habitual, y sus mejillas se encendieron.

-Buenos días –Le dijo el muchacho-. Creo que tienes algo que decirme, ¿no?

-Sí, pero pensé que me esperarías bajo los soportales…

-Lo siento, no tengo tanta paciencia –Rió-. ¿Vamos juntos, y me lo cuentas?

Ella asintió. Esperaron a que la clase se hubiese vaciado antes de salir y echar a caminar el uno a la vera de la otra. Le sudaban las manos, no podía dejar de pasear la mirada del suelo al rostro dulce del muchacho. Sus cabellos rubio platino brillaban bajo la luz artificial, en sus orbes relucía una chispa que Nika no supo identificar. El uniforme le quedaba mejor que a cualquier otro chico del instituto. La camisa blanca se ceñía bajo el jersey granate a su musculado cuerpo, se notaba a la legua que era deportista, tanto en sus robustos brazos como en aquellos pectorales que seguro se notarían aun con la ropa puesta. Nika se estremeció, a veces le gustaría que su instinto demoníaco dejase de recordarle semejantes cosas.

Vladimir se detuvo al llegar a uno de los bancos vacíos de los soportales. No era más que un bloque de piedra anclado al suelo frente a uno de los muchos arcos de medio punto que daban al patio cuadrado, en cuyo centro había un estanque para criar a las ranas que habían sido renacuajos cazados por los párvulos en las muchas excursiones. No se trataba de un colegio demasiado grande, ni había muchos alumnos; sin embargo, el nivel era bastante alto, y los programas muy satisfactorios.

Se sentaron en silencio. Ambos se regalaban miradas de soslayo, y suspiraban. Nika cerró fuertemente los ojos, y recordó el por qué debía declararse. Le observó detenidamente, inspiró hondo y se dispuso a hablar.

-Hace ya un tiempo que debería habértelo dicho. Pero nunca he encontrado el valor suficiente, y siempre que he querido hacerlo me he acobardado. Necesito que me escuches atentamente, no podré decirlo dos veces –Sonrió con timidez.

-Tranquila, tienes toda mi atención.

-¿Cuánto tiempo hace que nos conocemos? ¿Seis, siete años? –Él asintió- Pues desde la primera vez que te vi, no he podido evitar sentirme atraída hacia ti. Me gustas mucho, Vlad, de verdad –Se le empañaron los ojos, lo cual provocó que él la tomase de la barbilla para mirarla directamente a sus hermosos orbes plateados.

-Nika, ¿estás llorando?

-No –Respondió, pestañeando repetidamente para que las lágrimas no se disipasen.

-¡Pero si ni siquiera te he contestado! –La abrazó con ternura, intentando tranquilizarla. Ella hundió el rostro en el fornido hombro del muchacho, y sollozó en silencio.

-Perdóname, soy una llorona –Rió, enjugándose las lágrimas con el dorso de la mano.-. Suele pasarme esto cuando me pongo nerviosa.

-¿Estabas nerviosa? Imagínate cómo me he puesto yo cuando he leído tu nota –Le acarició la mejilla-. Me he imaginado lo peor.

-¿Lo peor? ¿Algo como qué? –Quiso saber.

-Creí que no querrías venir nunca más conmigo en bici, o que ya te habías cansado de mis chistes malos –Sonrió, haciéndola reír.-. Y eso me habría sentado muy mal, porque tú también me gustas, Nika –Ella abrió mucho los ojos, estupefacta-. Desde siempre.

-¿Lo dices de verdad? –Parpadeó, incrédula. Él asintió, y la muchacha le abrazó de nuevo.

-No creerás que sonrío así a todo el mundo, ¿verdad? –Nika asintió, y el muchacho se echó a reír- Cada minuto que estoy contigo me da fuerza para sonreír el resto del día.

-Es lo más bonito que me han dicho nunca –Se sonrieron, y Vlad le cogió la mano entre las suyas, haciendo que un escalofrío le recorriese la columna vertebral. Tenía la piel tan cálida que su corazón dio un brinco y rebotó contra las paredes de su pecho. Él se dio cuenta al ver el nuevo rubor que coloreaba su rostro, la sujetó con ambas manos por los hombros, y acortó tímidamente el espacio entre ellos.

-¿Estaría mal que te besase? –Ella, con los labios curvados, enredó los brazos alrededor de su cuello y dejó que Vladimir la acercase a él apoyando las manos en sus caderas. Estaban muy cerca, sus respiraciones entrecortadas se mezclaban, apenas había unos centímetros entre sus labios. Nika, nerviosa, se limitó a cerrar los ojos  y recibir su primer beso del chico del que llevaba seis años prendada. 

Fue dulce, suave, un sencillo roce de sus labios, pero al mismo tiempo, la puerta a un nuevo paraíso de sensaciones que comenzaba a desear profundamente. Todo parecía ir a cámara lenta, saboreando cada caricia entre labio y labio, y esperando a que alguno de los dos diese el siguiente paso.

Vladimir se decidió a hacerlo, la estrechó un poco más contra su cuerpo, y buscó con la punta de la lengua la de la muchacha, que parecía ansiosa por seguirle el ritmo. Se le erizó el vello de la nuca al sentir cómo ella palpaba con sus temblorosos dedos su cuello y sus cabellos, tratando de acercarle más hacia sí misma. No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaban así, besuqueándose sin parar, ignorando al resto de la gente, incluso a los que les vitoreaban. De pronto, sonó la campana, se separaron, y se sonrieron con la mirada. El rubio acarició dulcemente su enrojecida boca, le dio un fugaz beso y, cogiéndola de la mano, la invitó a ponerse en pie.

Ella se colocó el uniforme, la sobria falda de tablas grises estaba algo arrugada, y estrechó la mano que la sostenía firmemente. Había sentido tantísimas cosas en aquel espacio de tiempo, algo despertaba en su interior, y no sabía si se debía a su naturaleza o a lo que sentía por el muchacho. 

-Nunca me había fijado –Comentó él tras un breve silencio, camino del aula para la siguiente clase-, tienes un halo casi blanco alrededor de la pupila.

-Sí, soy la única de la familia que lo tiene –Sonrió-. No pensé que te fijarías.

-Con la de veces que me he quedado embobado mirándote, debería haberme percatado antes.
Se sonrojó por enésima vez. Por mucho que hubiese fantaseado con poder estar así con él, no se habría imaginado de ningún modo que pudiese ser tan cálido. Seguro que ni la nieve rusa enfriaría su corazón. Suspiró, y se acurrucó contra el brazo del joven, quien sonrió ampliamente.

-¿Este fin de semana también iremos a andar en bicicleta? –Preguntó, ilusionada.

-Claro, pero esta vez podemos alargar el recorrido. ¿Te apetece que vayamos hasta la playa y que comamos allí?

-¿Un picnic? Vale –Sonrió-. Me apetece mucho. Pero, ¿a qué viene este cambio de aires?

-En realidad, es una excusa para pasar contigo más tiempo a solas lejos del pueblo, para que no puedas escapar de mí –Rió maliciosamente y besó su mejilla.

-¿Por qué debería escaparme, Vlad? A lo mejor eres tú quien se asusta.

-¿Me estás retando, pequeña? –Le revolvió el pelo, la diferencia de altura era notable, de ahí el adjetivo utilizado.- Puedo ser muy malo cuando quiero.

-¿Malo, tú? Pero si te faltan las alas para ser un angelito –Bromeó-. Venga, entremos.

-Nika, se me ha olvidado preguntarte lo más importante –Tiró de ella, evitando que entrase en clase.

-¿Qué ocurre? –Pestañeó, alertada.

-¿Quieres salir conmigo? –Sonrió, y Nika, sin pensárselo dos veces, le plantó un beso en los labios.

Por primera vez sentía que había alguien para ella, que podía ser feliz de verdad. Entonces recordó cuál era su destino, y que apenas quedaban unos meses para tener que dejarlo todo para cumplirlo.


Emily.

7 comentarios:

  1. Este capítulo es asdsdfgfjds bonito :3 Qué precioso ^^ Quiero más *__________________*

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    1. Jajaja gracias María :) No te preocupes, ya he recuperado mi conexión a internet y esto avanza!

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  2. OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO<33333333333 PERO. QUE. COSA. TAN. MONA. *^*
    Creia que me caeria mal Vladimir, PERO NO *-* (Por lo que te he explicado en el chat xD) Así que ahora tambien soy VLADKA<3 (por favor, me matan estos nombres rusos XDDDDD).
    Y TIENE EL CABELLO RUBIO PLATINO<3 HIIIIIIIIIIIIIIIIIIII *^^* Me encanta. No tanto como el pelirrojo pero sí por encima del azabache (POR CIERTO, no hay ningun/a pelirrojo/a en la history? ê.e me extraña mucho...). En fin, que son una potosidad y Ana se va a leer el siguiente capitulo 8D

    ¡Besos!<3

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    1. Jajajaja Vlad es adorable. En serio, deja de fusionar nombres. Aunque Vladka es mejor que KaNi o KaKa jajajajaajajjaja Me sigo muriendo xD
      De momento no hay pelirrojos,es que Angie y yo estamos en tablas, ya que si hubiese un pelirrojo nos pelearíamos por él. xD

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    2. Es que iría contra la trama que ya tenemos pensada... No te preocupes, haya o no pelirrojos, te enamorarás de los personajes, tenlo claro :)

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