2 de noviembre de 2013

Capítulo XIV: Amigas.

Había bajado a la playa con la esperanza de que el recuerdo de Kaleb fuese suficiente para borrar el recuerdo aquellos dorados ojos, pero jamás habría esperado lo que encontró. Vladimir yacía tendido en la arena. Sus ojos azules, siempre tan llenos de amabilidad y alegría, estaban ahora inexpresivos. Vacíos de vida.

Corrió a arrodillarse junto a su cuerpo. Preguntándose qué le habría pasado, le acarició con suavidad la cara y ese cabello tan característico de suyo, que tanto le había llamado la atención. Todavía seguía caliente, por lo que no debía llevar mucho tiempo muerto. La angustia la inundó, mientras recordaba la vitalidad que siempre le había transmitido Vladimir, ahora ausente. Las lágrimas descendieron por su rostro.



Levantó la vista en busca de alguien que pudiera ayudarla. Que le dijera qué debía hacer o a quién debía acudir. La desolación se apoderó de ella al no encontrar a nadie entre los caminos. No sabía qué hacer, se sentía más perdida que nunca y para colmo no podía dejar de llorar. Las lágrimas no hacían más que entorpecer su visión, se sentía inútil y exasperada.

En un intento por tranquilizarse para poder pensar dirigió su mirada al mar. Con horror descubrió que no muy lejos de la orilla, un hombre, que Amy identificó de inmediato, trataba de forzar a Nika Kirchev.

Se levantó de la arena y dio dos pasos hacia ellos alejándose del cadáver. En cuanto logró procesar lo que ocurría, algo en su interior se rompió, como si de una férrea cadena se tratase. Despertando un poder inigualable que corría con fuerza por su cuerpo. La sorprendió tanto, que por un momento olvidó todo cuanto había a su alrededor. Pero el deseo ferviente de ayudar a su amiga la hizo volver a la realidad. En su cuerpo, cantidades inmensas de un poder que no hacía más que crecer, la sobrecogían e incluso la asustaban.

Mientras su mente la bombardeaba con imágenes confusas. Salidas de sus más oscuras pesadillas. Un callejón cubierto de niebla. Sangre. Volvió a oír los gritos que tanto la atormentaban en sueños, tratando de arrastrarla a un abismo del que no veía fin. Haciendo acopio de todas sus fuerzas los ignoró. No podía permitirse el lujo de caer en el yugo de la inconsciencia. Tenía que concentrarse en ayudar a Nika.


Comprendió que si soltaba todo su poder de golpe, tal y como su cuerpo le pedía a gritos, no solo mataría a la criatura cuyo nombre se negaba a acudir a su mente, sino que también a Nika. Lo cual no era una opción. Envuelta en el dolor que le causaba, esa aberración de poder, que según parecía manaba de ella, se las arregló para reunir únicamente una pequeña cantidad. La suficiente para separar a Nika de su agresor sin dañarla. Contuvo la respiración era mucho más difícil de lo que se había imaginado, requería de mucho control, y le provocaba un lacerante dolor no expulsarlo todo sin medida.
  
Lo que ella veía como una pequeña esfera de luz, golpeó a Sergei de tal forma que el impacto hizo que saliera despedido por los aires hasta que su trayectoria fue interrumpida por unas rocas. El estrépito fue brutal y Amy se sentía temblar. Su pequeña victoria le había pasado factura, el poder que habitaba en ella bullía todavía con más fuerza por salir de ella, para acabar con él. El instinto de supervivencia se estaba convirtiendo en una rabiosa exigencia convulsa en su interior. Ardía en sus venas y atravesaba su abdomen, todavía herido, sin piedad. Amy quería gritar y caer de rodillas. Instintivamente dejó salir parte su propio poder. Por suerte, la conciencia de que Nika aún no estaba a salvo y de que no lo estaría si cedía a su deseo, fue suficiente para hacerla mantener el control. Impidiendo así, que su poder se volviera en contra de su amiga.

Su mirada se clavó en Sergei, sabía que no aguantaría mucho si no hacía algo para destruirlo. Se adentró en lo más profundo de su ser y tomó las riendas de su poder, para empujarlo de nuevo contra él. En seguida vio como Sergei se retorcía en el suelo. Lo que había dentro de ella era puramente destructivo y demoledor. Amy sintió el sudor corriendo por su cuerpo mientras luchaba por que todo aquello permaneciera únicamente dentro del cuerpo de Sergei, si lo dejaba escapar algo más acabaría con todo ser vivo que se encontrase en la playa.

Consiguió coger una pequeña bocanada de aire pero no le sirvió de mucha ayuda, su cerebro estaba siendo sometido a una presión que no sabía si podría soportar. Empezaron a pitarle los oídos de forma casi agonizante, pero de todas formas se obligó a concentrarse en lo que hacía..

-Amy...- a penas escuchó como Nika pronunciaba su nombre.

Notó que algo había cambiado en ella, pero no sabía el qué y tampoco le prestó la suficiente atención. Podía "ver" cómo se rompían huesos y tendones en el interior de la monstruo de los ojos dorados. Era totalmente espeluznante, pero Amy no aminoró la fuerza con la que le atacaba.

Su propio cuerpo se debilitaba a una velocidad vertiginosa, pero se negaba a perder el férreo control que había conseguido con tanto esfuerzo. Buscaba algo más que destruir en el cuerpo de Sergei, algo importante pero no sabía qué. Era algo que había concido antaño y no conseguía recordar.

Su mente la apartó de la realidad, y la trasladó a la noche en la que Kaleb la había salvado de los lobos. Pero no se encontraba en el bosque, sino en el mismo callejón cubierto de niebla que tantas otras veces había visto. Se preguntó porque la había identificado como esa noche, quizá solo fuese porque no guardaba recuerdos de nada que hubiese ocurrido antes. Unos oscuros ojos la miraban con la determinación de acabar con ella. Tuvo que esforzarse en recordar que no era real. Revivió los gritos de una mujer, los mismos que la perseguían en sueños. Se vio cubierta de sangre, aunque no sabía si era suya, había mucha y cubría también el asfalto. Entonces vio las esmeraldas llamaradas que se cernían sobre la bestia que la observaba, y a sus labios llegó la palabra: Inmortal.

Poco a poco, salió del estupor en el que la había encerrado su propia  mente y volvió a ver la playa tan nítida como antes. Solo entonces fue consciente de la proximidad de Nika y del cuerpo tendido de Vladimir que aún yacía en la arena. Supo que el culpable de la muerte de su amigo era Sergei Smirnov. La furia se desató dentro de ella, y su poder ya no buscaba destruir los órganos de su oponente. Buscaba algo más profundo, más intenso y lo encontró en las profundas oscuridades de su negro y putrefacto ser. Sin dudarlo ni un instante llenó esa oscuridad de intensas llamas verdes.

Escuchó más gritos y Amy temió volver a perderse en su mente, hasta que comprendió que no procedían del su amasijo personal de pesadillas, sino de Sergei. Cuando ella acabó de destruirlo supo que la inmortalidad, no era perfecta y que también se podía acabar con ella. Retrajo entonces su poder creyéndose a salvo y se dejó caer de rodillas sobre la arena. Llevándose las manos al vientre  luchó contra las garras del dolor que la empujaban a sumirse en la inconsciencia. No sería útil para nadie si cedía en su debilidad y ella no podía permitirse ese lujo.

-¡Amy!- escuchó gritar a Nika- ¿Estás bien? Dime qué te pasa- había pánico en su voz.

Nika se arrodilló junto a ella, le apartó el pelo de la cara y la estrechó contra su pecho envolviéndola en su abrazo. Amy le devolvió el abrazo y acomodó la cabeza en su hombro, tratando de concentrarse en normalizar de su respiración. Pronto sintió la humedad corriendo por su rostro. Sin embargo las lágrimas ya no eran suyas, sino de una silenciosa Nika que miraba con melancolía el cuerpo de Vladimir.

A Amy le habría gustado poder darle algún tipo de consuelo, pero hablar suponía un esfuerzo sobre humano para ella. Su cuerpo no obedecía, cosa que la enfurecía, pero apenas encontraba fuerzas suficientes para mantener la ira, por lo que llegó la impotencia. Se sentía temblar en los brazos de su amiga, pero lo que más le preocupaba era que una alarma en su interior continuaba avisándole de que el peligro no había pasado, una amenaza muy similar a Sergei estaba cerca.

Sin saber muy bien lo que hacía, usó su recientemente hallado poder, para sondear la playa en busca de aquello que las amenazaba. Sin embargo, no consiguió encontrar nada, por lo que intensificó la energía que usaba para la búsqueda, con el fin de hacerla más exhaustiva. Descubrió que liberarse de aquel poder aliviaba su dolor, pero su cuerpo se tensaba cada vez más al no encontrar el peligro que las acechaba.

-Ni-Nika- tartamudeó, sin saber muy bien que decir.

-¡Amy! Háblame, por favor.- suplicó tan llena de agonía que Amy se sintió conmovida.

-Estaré bien- susurró con apenas un hilo de voz, anhelaba decirle más cosas. Pedirle que se mantuviera alerta. Avisarla de que no estaban a salvo, pero no conseguía reunir el oxigeno suficiente para poder expresarse.

Nika asintió con solemnidad y la apretó todavía más contra su cuerpo.

-Vas a estar bien- afirmó.

Amy tuvo la sensación de que acaba de darle una orden, que no pensaba dejar que desobedeciera. Ambas guardaron silencio durante un tiempo que ninguna de las dos supo medir. Podrían a ver pasado horas o tan solo unos minutos,. Cuando la noche comenzaba a caer sobre ellas y la luna brilla sobre un desconcertante cielo claro, mientras el sol se alejaba por el horizonte, Amy se removió en los brazos de Nika, frustrada por no encontrar nada en su inspección. El dolor remitía por momentos pero se sentía agotada y no sabía que más hacer.

-¿Estás mejor?- la voz de Nika sonó ronca por el desuso la apartó de sus propias cavilaciones.

-Sí

-¿Cómo...? Es que no lo entiendo- sentenció meneando la cabeza.- Está muerto.- afirmó con total incredulidad-. Y sé que tú le has matado, pero no consigo comprender cómo ¿Qué eres Amy? ¿Cómo tienes tanto poder? ¿Y por qué lo hiciste?

-Yo, no lo sé, solo pensé que...yo no quería...

La miró con angustia sin saber bien cómo continuar, ni tan si quiera ella sabía a ciencia cierta lo que acaba de ocurrir.

-No querías que me pasara lo mismo que a Vladimir.- la rotundidad con la que Nika pronunció esas palabras, resultó del todo inesperado para ella.- Y no recuerdas lo que eres.- Continuó, demostrando así que había dedicado todo aquel tiempo en pensar en ello.- Antes de que esto ocurriera ¿Sabías que tenías esa clase de poder?

Amy negó con la cabeza consternada. Entonces centró su mirada en los ojos plateados de Nika, y se estremeció al fijarse el halo casi blanco que rodeaba su pupila. A la luz de la luna parecía vibrar con vida propia. Una inesperada comprensión la invadió. Por un momento, dejó de sentir el martilleo incesante de su propia energía, paralizada por el horror. Totalmente cogida por sorpresa, la impresión comenzó a hacer mella en ella. Le pareció que el tiempo se paraba a su alrededor y Nika a su lado se quedó totalmente inmóvil. 

Alterada como estaba se separó de ella, y vio como una mueca de dolor se dibujaba en su rostro, al sentir su rechazo. Pero no podía hacer otra cosa, acaba de encontrar la amenaza que tanto había buscado, y no era otra que la propia Nika Kirchev.


-Eres un demonio- susurró estupefacta al oír sus propias palabras- Igual que él.


-No- negó con ferocidad-. Yo no soy como él, Amy. Yo nunca te haría daño.- sin embargo no había lo que realmente era-. Yo no soy así, te lo juro. Tienes que creerme- rogó Nika, las lágrimas volvían a empañar sus ojos y comprendió de pronto que la había herido.


Tras la dura impresión, sus poderes revolotearon expectantes, exigido eliminar la amenaza. Por primera vez, Amy fue consciente de que la criatura más peligrosa en aquella playa era ella misma. Se asustó, sin saber cómo sobrellevar aquella información. Decidió entonces centrarse en Nika. Se sentía temerosa de lo que su propia mente, apenas estable, podría ocasionarle si seguía con esa línea de pensamiento.


-¿Qué relación tenías tú con Sergei?- preguntó sorprendida por la rudeza de su propia voz.


Nika apartó la mirada y apretó los puños antes de responder.


-Era mi prometido- susurró.


Amy abrió mucho los ojos con sorpresa, no entendía nada. Si algo creía con certeza era que Nika había querido a Vladimir. Lo había visto con sus propios ojos, esa misma fatídica tarde, en su pena y dolor por él. Pero por alguna razón a su mente le parecía lógico, y reparó en la pequeña verdad que evidenciaba el por qué.


-Vladimir era humano.-pronunció en voz alta su conclusión, y supo que aquello era suficiente para que ellos jamás debieran haber estado juntos.


Nika asintió y se mostraba tensa frente a ella. Amy aprovechó el silencio para poner en orden sus ideas y tomar una decisión. Agarró con firmeza la mano de Nika y la miró de frente.


-Confío en ti.


Nika abrió mucho los ojos y esta vez fue ella la que se derrumbó entre sus brazos. Amy no pudo hacer otra cosa más que abrazarla, mientras esperaba a que volviese a ser la misma persona, que siempre mantenía la calma.


-Gracias-susurró.


- ¿Qué haremos ahora?- preguntó Amy incapaz de dejar pasar el tema por más tiempo. 


-He estado pensando en ello-contestó Nika limpiándose las lágrimas de los ojos-. Cuando Kaleb te encontró, nos contó que unas llamas verdes os habían protegido de los lobos. Todos creen que fueron creadas por el campo magnético que protege al pueblo. Pero yo creo que fuiste tú Amy.


-¿Yo?- preguntó sorprendida- Llamas verdes...


-¿Te suena de algo? ¿Algún recuerdo?- la interrogó.


Amy dudó.


-No estoy segura- admitió titubeante.


Nika se limitó a asentir y Amy agradeció que no la presionara.


-Vamos a dar a entender que ha vuelto a suceder lo mismo. Que ha sido el pueblo quien nos ha protegido.


-¿A quiénes?- preguntó anhelando saber a quién debían de convencer, de esa versión tan oportuna de los hechos.           


- A los demás demonios que viven en Glorysneg. Tenemos que mantenerte a salvo. Ellos no pueden saber de lo que eres capaz. Yo me encargaré de ello.


Amy asintió.


-¿Me ayudarás a descubrir quién soy?- preguntó insegura de su respuesta.


-Por supuesto.


A lo lejos escucharon voces. Las dos se miraron y esperaron impacientes por saber quien las había encontrado. Y ambas soltaron un suspiro de alivio al comprobar que se trataba de Nelkael y su padre.


-Ángeles- la informó Nika sorprendiéndola.


-Es hora de volver con los demás. Amy es mejor que te vayas por el camino por el que has venido. Nadie debe saber que has estado aquí. Sería como ponerte una diana en la cabeza.


Amy asintió y se despidió de ella con un rápido abrazo, antes de perderse en las sombras. Ambas conscientes de  haber sellado su amistad, emprendieron caminos separados. Curiosamente sus pensamientos eran muy similares en aquel momento. Nika pensaba en como conseguiría que Kaleb no se enterase de lo ocurrido. Amy se preguntaba cómo haría para no resultar transparente ante los ojos de Judd.    



Angie.

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